“El régimen republicano atraviesa las horas
más graves que haya vivido en tiempos de paz, desde su fundación. El Gobierno
legal ha sido atacado ayer por la revuelta. El Palacio de la representación
nacional, asediado por una enorme masa de manifestantes furiosos, ha estado a
punto de ser invadido por la insurrección. Obligado a hacer frente a la ciega
fuerza de una horda furiosa, los guardianes del orden han debido defenderse. El
suelo parisiense ha sido ensangrentado. Ha habido muertos y los heridos son
incalculables, el Ministerio, que podía resistir, ha creído su deber retirarse,
con la esperanza de contribuir al apaciguamiento de los espíritus.
No es la presencia entre los manifestantes de
algunos millares de comunistas que puede crear la ilusión sobre los verdaderos
móviles del atentado. Son los enemigos de la República, en particular los
realistas, quienes dirigen la operación. El verdadero jefe de los revoltosos,
no es André Tardieu, líder de la oposición parlamentaria, es Charles Maurrás,
apóstol de la monarquía y teórico del asesinato.
Que haya en las filas de los manifestantes de
estos últimos días un buen número de papanatas o de simples energúmenos, de
esto no cabe duda. Que se encuentre allí incluso republicanos descarriados por
la pérfida campaña de los falaces órganos de la prensa parisina, se admitirá de
buena gana. Que los sufrimientos de una crisis económica sin precedentes hayan
lanzados en el alboroto a muchas gentes honradas, que, no saben a qué santo
encomendarse y que están dispuestas a echarse en brazos del primer salvador que
surja, es bastante probable. Pero esta es la reacción más furiosa que ha podido
y organizado el desorden…”
Editorial del diputado socialista A. Varenne
en el periódico “La Montagne” de Clemont-Ferrand, del 8 de febrero de 1934.
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